Ruth Nadal, profesora de inglés en la Escuela Oficial de Idiomas (EOI) realizó este estupendo reportaje-documental donde entrevista a determinados profesores y alumnos en busca de puntos de vista acerca de lo que supone aprender idiomas allí y las posibles consecuencias directas que tendría una presunta privatización. Como me ha gustado mucho, no he podido evitar colgar este enlace en mi blog, y por supuesto añadir algunas reflexiones, aunque tal vez me haya extendido demasiado. Pido disculpas de antemano, je je:
Hace dos años me pasaron una hoja de firmas, parecía una catástrofe. La enseñanza de idiomas quedaba limitada a grupos mínimo de diez alumnos, lo que protege a los idiomas mayoritarios al mismo tiempo que penaliza y castiga a los más minoritarios condenándolos a su extincion.
Casi tres años después veo que el panorama es igual de desolador y que apenas hay visos de mejora. Poco a poco aprender idiomas se está convirtiendo en un lujo, que si nadie de las altas esferas lo remedia acabará vetando y privando a todos aquellos alumnos con escasos recursos económicos de una formación integral y completa.
¿Qué es aprender un idioma?
No podría definirlo en pocas palabras... sería como abrir una ventana en tu cerebro a nuevas culturas, nuevas formas de pensar, asimilar y procesar la información. Más allá de aprender una lengua que te permitirá comunicarte con personas que no hablan castellano (algo muy valioso, como un tesoro) aprender un segundo o tercer idioma nos ayuda a ejercitar nuestra mente, es "gimnasia para la cabeza". Además de obviamente ofrecer acceso a un diploma que reforzará nuestro curriculum vitae.
No he visto otro sistema tan democrático y accesible para todos los ciudadanos como lo son las EOI. Desde jóvenes adolescentes, a señores mayores con una vida resuelta, pero con algo en común, la inquietúd o necesidad de atreverse con algo nuevo, una carrera de fondo lenta pero altamente satisfactoria. El progreso de ver poco a poco tu evolución como alumno y notar como sabes y manejas mejor los conocimientos que años atrás proporciona una fuerte motivación para seguir adelante.
Más allá de todo lo comentado anteriormente, en mi caso particular, aprender idiomas nunca ha sido un esfuerzo. Mentiría si digo que ha sido coser y cantar o como hacer pasatiempos, pero sí que ha sido una vía de escape, una forma de superarme día a día y probablemente una de las mejores terapias a las que he acudido. Colateralmente ha tenido efectos muy positivos, y me daría una profunda tristeza tener que hacerme a la idea de que en un futuro acabará siendo privatizada la escuela y convertida en un negocio.
Profunda tristeza porque me siento agradecido en demasía. Si no hubiera sido por ella, no hubiera podido ni haber cursado estudios de inglés, o una primera lengua. Y es necesario, muy necesario poder blindar y acercar los idiomas a todos los ciudadanos, que no sea una cuestión de economía personal, sino de motivación y superación.