Es lo que siento cada vez que veo el montaje fotográfico de la derecha, que más que recuerdos son trocitos de sentimientos... en cada esquina, un pedacito de mi corazón, divido en casi seis años consecutivos de muchas muchas experiencias veraniegas.
Buenos momentos, otros no tan buenos, pero todos impresos con ese sello adolescente e ignorante (con trece años no eres consciente de la mitad de las cosas), pero es a los veinte cuando llegas y te das cuenta...¡qué buenos años! cuando todo te venia hecho y todo salía bien casi sin hacer nada...
Hoy, al comienzo de verano, dedico esta entrada a todos los veranos que he pasado en Isla Plana, hasta que un verano no lo aprobé todo, y de raíz todo se paralizó y quedó en una sola anécdota, la cual es parte de mi vida.
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