O dicho de otra forma... cuándo un regalo deja de ser un regalo para ser un calentamiento de cabeza. Os pongo en situación; tengo mi ordenador muy viejo, es un Pentium 200, tarda casi 10 minutos de reloj en encender y cargar completamente. Está verdaderamente desfasado.
Bien, pues estaba mirando un ordenador pequeño para sustituirle. Para usar de vez en cuando como apoyo, pero sin dejar de ser mi ordenador personal. Buscando y buscando, dí con tres modelos interesantes que, a continuación os detallo en este cuadro las características, precio y todo lo que considero importante buscar en un PC:
Bueno, pues casi me habia decidido por el Packard Bell Dot (tercero en la imagen) y ya lo tenía todo preparado para hacerme con él, cuando justo el día de mi cumpleaños, entra mi madre por la puerta con el Netbook. En un principio, me hizo ilusión porque me cubría una necesidad, pero por otro lado, mi conciencia me decía que no debía aceptar ese regalo porque supone una ostentación en una época no demasiado boyante, y más cuando escatimamos en algo tan necesario como un aparato de aire acondicionado. Luego vinieron los argumentos a posteriori: "Es que un portátil es para llevarlo encima", "Al dejarlo anclado en una mesa, quemas la batería", y concluyendo con "Tú lo que necesitas es un sobremesa".Luego, además, hay otro factor, y es el encaprichamiento. Es un ordenador muy pequeño y caprichoso, lo que hace que acabe gustando a otros, a pesar de que lo nieguen...
"Es un complemento, pensamos que como ya hay 3 ordenadores sería buena idea buscar algo distinto que podáis compartir tu hermano y tú" - Primer error y de los gordos.
Después de varias discusiones, y de la amarga sorpresa, el Netbook ha sido devuelto tal cual entró en casa... y ahora que lo pienso...¿De qué me ha servido tener mis principios y mis valores, si me hubiera sido mucho más fácil y cómodo callarme, coger el ordenador bajo el brazo y llevarmelo calentito, aun teniendo que falsear y "mentir" un poco?
No hay comentarios:
Publicar un comentario