A éstas líneas no les acompaña una foto. No es que me haya olvidado de incluírla, es que es un gesto simbólico.
Esta tarde moría la única perra que teníamos en la familia. Una perra preciosa color canela, cruce de cocker con otra raza. La pobre ha compartido con nosotros casi 12 años, y ahora le estaba saliendo un bulto del tamaño de una pelota de tenis. Hoy ya no podía ni hacer sus necesidades, ni siquiera andar... y esta mañana con el hocico seco... no había más remedio que sacrificarla. Y así ha sido... nada más pincharla se habían quedado clavados sus ojos en los míos. Ha sido impactante y estremecedor a partes iguales.
Ni he podido, ni he querido saber más. Es uno de esos animales con los que compartes buena parte de tu vida, que te acompaña en buena parte de ella, y que aunque sea de forma triste, se merece estas pocas líneas de recuerdo y desahogo. Estoy seguro de que Kimba estará en el cielo de los perros...
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